pensar en grande

Acompañar a una persona en un proceso de transición profesional no es sólo ayudarle a encontrar trabajo 

«Sé tú mismo. Los demás puestos están ocupados.»

— Oscar Wilde.

La mayoría de nosotros cuando nos enfrentamos a un despedido sentimos ansiedad por encontrar una alternativa profesional cuanto antes, ¿por qué? Pues porque vivimos en un contexto en el que no sabemos estar sin trabajar. Y en esto hay varios factores que nos condicionan:

  1. Identidad: muchas personas se identifican mucho con su tarjeta profesional. Durante mucho tiempo han sido el Director X, y dejar de serlo supone perder una parte importante de su ser.
  1. Relaciones: los clientes, los colaboradores, los compañeros de trabajo, durante mucho tiempo hemos estado compartiendo una parte importante de nuestro tiempo con ellos, y dejar de verlos, o verlos sólo ocasionalmente, es otro obstáculo que tenemos que superar.
  1. Rutina: organizamos nuestra vida entorno a nuestra jornada de trabajo, vamos al gimnasio al lado de la oficina, íbamos a comer al mismo restaurante todos los jueves… nuestros horarios y muchos de nuestros hábitos se han creado en torno a nuestro trabajo, cuando perdemos el trabajo, perdemos también esta estructura, y nos sentimos desorientados.
  1. Recursos: con el trabajo perdemos también nuestra principal fuente de ingresos, y aunque tengamos derecho a una prestación, normalmente no es suficiente para cubrir nuestros gastos. Además del salario, en muchas ocasiones gozábamos de determinados beneficios que también desaparecen: coche, seguro médico, retribución flexible, formación…

Cuando perdemos un trabajo, estamos perdiendo todo esto, y ese sentimiento de pérdida, nos conecta con los mismo procesos emocionales que enfrentamos ante cualquier duelo. Aunque la duración y la intensidad con la que lo vivamos ese duelo va a depender de muchos factores.

El primer aspecto, es el más importante de todos, el que más nos pesa al inicio del proceso; la identidad, el pensar en qué pensarán los demás cuando sepan que ya no eres el que eras… es lo que nos impide, por ejemplo, actualizar nuestro perfil de LinkedIn, o decirles a nuestros amigos o familiares que ya no estamos trabajando, el que nos hace sentirnos incómodos llevando a los niños al cole, porque los demás verán que no estamos trabajando, es el que más nos conecta al principio con el sentimiento de pérdida.

Y también es la identidad lo que en un principio nos guía en la búsqueda de nuevas opciones profesionales, aunque aquí vemos dos maneras de actuar:

  1. Continuista: buscamos encontrar exactamente lo mismo que teníamos. Mismo trabajo, en una empresa similar, con idénticas condiciones (o mejores…)
  1. Rupturista: a veces, cuando estamos atravesando la fase de la ira (o el enfado), lo que queremos es romper con todo lo que teníamos, y nos planteamos algo totalmente diferente; “me voy a ir a Africa a trabajar en una ONG”

En ambos casos, mi consejo es el mismo: date un tiempo para pensar y recapacitar sobre cual quieres que sea el próximo caso en tu carrera, en tu vida, porque al final el trabajo, por más que nos empeñemos en separarlo, forma parte de nuestra vida, es una parte importante, y afecta mucho a los otros ámbitos de la misma.

El principal regalo que nos hace cuando nos despiden, es el tiempo. Nos regalan un tiempo para hacer una pausa, y poder pensar en cuál queremos que sea nuestro próximo proyecto.

Aprovechar ese tiempo para poder crecer, tomar las riendas de tu vida y tomar una decisión consciente del siguiente paso profesional que tienes que dar para alcanzar tus metas, atreverte a valorar todas las posibilidades y creer en tus capacidades para lograr hacer tus sueños realidad. Eso es lo que tienes que hacer. Y eso es en lo que un buen coach de carreras te va a ayudar y acompañar.

Y a partir de aquí…

  1. Construye tu propia identidad, la que tú quieres construir. Para que todos puedan reconocerte por que realmente quieres ser.
  2. Genera relaciones auténticas y conscientes con aquellas personas que ya conoces, y con todas las que vayas conociendo en este camino.
  3. Crea tus propias rutinas de nuevo, y adaptadas a tu vida, y no al revés.
  4. Y genera los recursos que necesitas, para cubrir tus necesidades (no solo las básicas, todas tus necesidades)

Acompañar a una persona en un proceso de transición profesional no es ayudarle a encontrar trabajo. Es ayudarle a encontrar su proyecto, a pensar en grande, para que se atreva a ponerlo en marcha , y acompañarle en el camino del crecimiento que le conducirá al éxito.

Crecer es una constante, debemos retarnos a ir más allá constantemente. El camino está lleno de aprendizajes.


Deja un comentario