EL OPTIMISMO, MULTIPLICADOR DE POSIBILIDADES EN LOS EQUIPOS

A menudo observo como la actitud que tomamos en relación a la situación y a las posibilidades determina el resultado que podemos alcanzar. Como Viktor Frankl decía, “cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Te pueden quitar, pero siempre podrás decidir cómo vas a relacionarte con esa situación. Tanto el optimismo, como el pesimismo, son una elección.

Desde hace muchos años soy una firme defensora de trabajar el optimismo en el entorno profesional, tanto a nivel individual, como colectivo (en los equipos). Sin embargo veo cómo muchas veces está denostado, sobretodo en entornos de alta exigencia.

Recuerdo que hace unos muchos años, me pidieron preparar un proyecto de desarrollo para los mandos intermedios de una compañía; querían valorar cómo ejercían su función, puesto que habían visto algunas áreas de mejora en su evaluación del desempeño, y diseñar un plan de trabajo, sobretodo para mejorar las relaciones hacia abajo, con su equipo, y las relaciones laterales, con otras áreas de la compañía. Decidimos utilizar una evaluación y preparar un plan de acción en función de los resultados. El caso es que cuando diseñé el assessment incluí un apartado para valorar el optimismo de las personas evaluadas, sobretodo para ver si estaba presente a la hora de afrontar los retos y problemas. Cuando presenté el borrador, la Directora de RRHH me dijo que le había gustado mucho, que sólo quería eliminar un par de preguntas (las relacionadas con el optimismo), y no hubo manera de convencerla. Y finalmente sentenció: “mira Andrea, en esta empresa el optimismo no está bien visto, aquí somos más realistas, en este sector no tenemos tiempo para este tipo de cosas…”

¿Cuántas veces habéis escuchado esta frase?: Yo no soy ni optimista, ni pesimista, soy realista.

Seguro que muchas veces. Bien pues vamos a desmontar esta afirmación:

EL REALISMO, NO ES PESIMISMO NI OPTIMISMO

¿Pero la realidad es optimista o pesimista? La RAE define realidad como “la existencia real y efectiva de algo”. La realidad, tiene que ver con los hechos, lo que realmente ocurre.

Si nos estamos enfrentando a un problema, la realidad son los hechos, sin interpretación: hemos perdido un cliente, que supone el 40% de nuestra facturación. Eso es la realidad. La parte no interpretable de esta situación. Por eso la realidad nunca es pesimista, ni optimista. Son sólo hechos.

Ahora bien, dados los hechos, cada uno los interpretarlos, y lo hacemos en función de nuestro estado de ánimo, las emociones que tenemos en ese momento, en función de nuestras creencias, nuestros valores…

CADA UNO ELEGIMOS CÓMO INTERPRETAMOS LA REALIDAD

Y así elegimos cómo interpretamos esos hechos. Y aquí sí que somos optimistas o pesimistas. Y somos algo, o mejor dicho hacemos una lectura optimista de la situación o hacemos una lectura pesimista.

Continuando con el ejemplo anterior, en el que perdíamos un cliente que suponía el 40% de nuestra facturación, podemos pensar:

  • «bueno ahora tenemos la oportunidad de explorar nuevos mercados, y cerrar nuevos acuerdos, quizás más provechosos.»

O bien..

  • «Ahora vamos a tener que reestructurar, despedir a gente, esto es un desastre!«

La realidad es que ambas cosas seguramente sean ciertas, la pregunta es ¿dónde quieres poner el foco?, ¿cuál de las dos visiones puede ser más provechosa para ti? ¿Y para tu equipo?

EL OPTIMISMO EN LOS EQUIPOS

Estoy convencida que no hay equipo que pueda desenvolverse en entornos tan complejos, cambiante y complicados como el actual, si no es reforzando el optimismo, individual y sistemáticamente.

El optimismo puede empujarnos hacia delante, nos impulsa a buscar soluciones, nos ayuda a crecer, a mejorar. 

Como hemos visto, la realidad no es percibida igual por todo el mundo, depende de la óptica con la que se mire, depende de nuestras propias experiencias, de nuestro estado de ánimo, de nuestras etiquetas, de nuestras expectativas… y sí, la realidad se puede leer e interpretar con una actitud optimista, o podemos esperar siempre lo peor.

Es por eso que el optimismo influye muchísimo en las relaciones y en los resultados que se generan en un equipo. 

Por supuesto que parece obvio, que un equipo que se enfrenta a un gran reto, debe hacerlo con optimismo, debe considerarse capaz de conseguirlo, puesto que si no es así, si comenzamos un proyecto pensado que no vamos poder conseguirlo, seguramente esa actitud nos conduzca al fracaso. 

Desde mi punto de vista también es muy importante la influencia que el optimismo puede tener en las relaciones del equipo. En un entorno de confianza, donde todas las personas creen en la profesionalidad y la implicación de los demás, en el que los problemas se discuten abiertamente y el compromiso de todos y cada uno de los miembros del equipo es innegable, no puede faltar el optimismo. Y este está presente cuando, por ejemplo, tenemos un problema con uno de los miembros del equipo, o cuando vemos que alguien no está alcanzando los resultados que se esperaban de él/ella, afrontamos este tipos de conflictos en las relaciones bajo la óptica del optimismo, y esperamos siempre poder resolver estos incidentes.

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